En la categoría popular, en la que participaron 27 ciudadanos, se impuso Aimar Rodríguez. Para él, el toque maestro está en «esperar a que el huevo frito esté jugoso antes de sacarlo de la sartén y poner la sal en el centro». Este donostiarra confiesa que freir huevos «es una práctica de todos los días, una cuestión de supervivencia. Además, en la sociedad me suelo fijar mucho en cómo lo hace la gente».
Aimar se animó a participar «por hacer algo con mis amigos». «Estoy deseando, que haya otra edición aunque hubiera preferido ganar la txapela», dice entre risas. A Aimar el público no le ponía nervioso, al contrario, «tener público me motiva y me anima, mientras no se me rompa el huevo...», bromeaba.
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