La crónica del equipo A, por Manolo M.
Tal como en todas las predicciones se auguraba, mañana auténticamente desapacible la del domingo día 10; muchísima la lluvia caída durante la noche-madrugada anterior y tan sólo unos raquíticos 8º grados de temperatura cuando cinco txalupas (tres del grupo Z y dos del A) nos reuníamos a la hora acostumbrada en la Avda. de Navarra.
Tras los saludos de rigor, no hubo mayor discrepancia para acometer la etapa inicialmente prevista para esa jornada, aunque todos éramos conscientes de que la ruta pudiera sufrir modificaciones en vista de cómo fuera transcurriendo la mañana y, sobre todo, de cómo evolucionase la climatología.
Inicialmente, sin apenas lluvia, se salió en dirección Hernani a más que buen ritmo, y fue este hecho precisamente el que propició el que la unidad de tan minoritario grupo bien pronto se resquebrajase; y es que uno de los integrantes, molesto por ese ritmo inusualmente alto, a la altura de la fábrica de Orona dijera basta y, se dejara descolgar abandonando el grupo. Pocos metros más adelante, percatados del abandono, sus otros dos compañeros del grupo Z, decidieron dar la vuelta y partir en su busca; lo más estrambótico del caso es que, los dos del A que habíamos continuado con la etapa siguiendo la habitual pista que discurre paralela al Urumea por su margen izquierda, al salir en Ereñozu, nos encontramos con el primero que nos dijo prefería seguir solo por su cuenta hasta Ugaldetxo, de los otros dos, ya no volvimos a saber más.
Ya solos dos, Mariano y yo, tomamos el desvío de Latxe y comenzamos la ascensión del día por la cementada y manteniendo en todo momento a nuestra izquierda una regata Usoko que ayer mostraba su cara más hermosa por lo incontenible, lo rumoroso y lo tumultuoso de su caudal; poco más adelante, y es que aquello ya parecía el Serengueti, un grupo de corzas que grácilmente y sin aparente esfuerzo escalaban el talud vertical que teníamos a derecha según ascendíamos. A diferencia de otras ocasiones y vista la gran cantidad de agua que discurría por la calzada, no tomamos el habitual desvío por pista de tierra a la derecha e hicimos la ascensión completa hasta caballos siguiendo una pista cementada, para ambos desconocida, y que contaba con algunos tramos con unos desniveles nada desdeñables. Durante toda la ascensión no paró de llover, y como la humedad y el frío ya empezaban a ser más que molestos, decidimos que hacer la bajada larga desde Listorreta hasta Astigarraga por carretera no era lo más adecuado para un día como el de ayer; así que, cogiendo el desvío a la altura del restaurante Mugaritz, con el fin de que descenso nos resultara más lento, bajamos por pista de tierra convertida en autentico torrente hasta el desguace de Astigarraga; llegados a este punto: el diluvio universal, ya que, de súbito, se desató una autentica cascada de agua sobre nosotros que prácticamente ya no nos abandonó hasta la llegada a Donostia sobre las 12:00.
Una pena, pero por razones más que obvias que todo el mundo alcanzará a comprender, no hubo parada en el Mikel; pero aun y a pesar de todo, a modo de conclusión, sólo citar a Marc Anthony: “Valió la pena”