La crónica, por Manolo M.
4 de mayo, otro domingo en el que los pronósticos referentes a climatología no eran nada halagüeños, y como nuestra elocuente, nada mejor que la lacónica previsión de nuestra meteoróloga particular: –“lluvia habrá”.
Ante unos augurios tan pesimistas, a nadie nos sorprendió que en línea de salida sólo nos presentáramos los seis bikers que, tras el correspondiente margen temporal de cortesía, emprendimos la marcha dirección Hernani con unos 15º de temperatura y, por el momento, sin presencia de lluvia.
Ya en plena marcha, se debatió la conveniencia de hacer el recorrido de la etapa tal como estaba programado en el calendario, o modificarlo de forma que, en caso de lluvia persistente, tuviéramos fácil escapatoria y que, ante todo, no nos viéramos obligados a realizar por partida doble el recorrido por carretera que enlaza Donostia y Hernani. Finalmente, nos decantamos por la opción de modificar el recorrido, optando por un clásico entre los clásicos: Latxe, Malbazar, Sorondo, Oiartzun.
Puedo adelantar (sintiéndolo por los que desististeis de venir pensando en la lluvia) que prácticamente no nos cayó una gota de agua en toda la mañana, aunque resultaba más que evidente que, previamente, debió de haber algo parecido al Diluvio Universal porque el agua brotaba por doquier de todos los rincones y el Urumea presentaba tal crecida que el estruendo de la cascada próxima a Latxe era ya perfectamente audible cuando cruzábamos el puente peatonal de Ereñotzu.
A poco de comenzar la subida del día, y cuando todavía circulábamos por cementada, Julito sufrió problemas con la batería de su bicicleta y, desde ahí mismo, decidió regresar solo a casa. Los cinco restantes seguimos ascendiendo, no sin verme, poco después, yo mismo también afectado por algunos problemas con la corona del 50 que, siguiendo la Ley de Murphy, se me presentaron en lugares concienzudamente escogidos como lo son esos durísimos repechos, no aptos para infartados, que se suceden en la zona intermedia de esa pista ascendente a la zona de Urdaburu-Zaria.
Llegados ya a Malbazar, nos abandona Jon, y nos quedamos los cuatro que, a la postre, siguiendo la dirección Sorondo y Oiartzun, seríamos los que finiquitaríamos el recorrido que habíamos previsto en toda su integridad.
Después del descenso desde Sorondo, y de un veloz recorrido por carretera atravesando Oiartzun y Errenteria, no serían ni las 13:00, cuando estábamos de regreso en casa, satisfechos de haber disfrutado de una jornada que a priori se presentaba heroica y que al final, contrariamente a todos las vaticinios, no lo fue tanto y que incluso resultó hasta divertida por la ausencia de lluvia, la temperatura primaveral y la agradable compañía.
Ante unos augurios tan pesimistas, a nadie nos sorprendió que en línea de salida sólo nos presentáramos los seis bikers que, tras el correspondiente margen temporal de cortesía, emprendimos la marcha dirección Hernani con unos 15º de temperatura y, por el momento, sin presencia de lluvia.
Ya en plena marcha, se debatió la conveniencia de hacer el recorrido de la etapa tal como estaba programado en el calendario, o modificarlo de forma que, en caso de lluvia persistente, tuviéramos fácil escapatoria y que, ante todo, no nos viéramos obligados a realizar por partida doble el recorrido por carretera que enlaza Donostia y Hernani. Finalmente, nos decantamos por la opción de modificar el recorrido, optando por un clásico entre los clásicos: Latxe, Malbazar, Sorondo, Oiartzun.
Puedo adelantar (sintiéndolo por los que desististeis de venir pensando en la lluvia) que prácticamente no nos cayó una gota de agua en toda la mañana, aunque resultaba más que evidente que, previamente, debió de haber algo parecido al Diluvio Universal porque el agua brotaba por doquier de todos los rincones y el Urumea presentaba tal crecida que el estruendo de la cascada próxima a Latxe era ya perfectamente audible cuando cruzábamos el puente peatonal de Ereñotzu.
A poco de comenzar la subida del día, y cuando todavía circulábamos por cementada, Julito sufrió problemas con la batería de su bicicleta y, desde ahí mismo, decidió regresar solo a casa. Los cinco restantes seguimos ascendiendo, no sin verme, poco después, yo mismo también afectado por algunos problemas con la corona del 50 que, siguiendo la Ley de Murphy, se me presentaron en lugares concienzudamente escogidos como lo son esos durísimos repechos, no aptos para infartados, que se suceden en la zona intermedia de esa pista ascendente a la zona de Urdaburu-Zaria.
Llegados ya a Malbazar, nos abandona Jon, y nos quedamos los cuatro que, a la postre, siguiendo la dirección Sorondo y Oiartzun, seríamos los que finiquitaríamos el recorrido que habíamos previsto en toda su integridad.
Después del descenso desde Sorondo, y de un veloz recorrido por carretera atravesando Oiartzun y Errenteria, no serían ni las 13:00, cuando estábamos de regreso en casa, satisfechos de haber disfrutado de una jornada que a priori se presentaba heroica y que al final, contrariamente a todos las vaticinios, no lo fue tanto y que incluso resultó hasta divertida por la ausencia de lluvia, la temperatura primaveral y la agradable compañía.
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14 de mayo, otro domingo en el que los pronósticos referentes a climatología no eran nada halagüeños, y como nuestra elocuente, nada mejor que la lacónica previsión de nuestra meteoróloga particular: –“lluvia habrá”.
Ante unos augurios tan pesimistas, a nadie nos sorprendió que en línea de salida sólo nos presentáramos los seis bikers que, tras el correspondiente margen temporal de cortesía, emprendimos la marcha dirección Hernani con unos 15º de temperatura y, por el momento, sin presencia de lluvia.
Ya en plena marcha, se debatió la conveniencia de hacer el recorrido de la etapa tal como estaba programado en el calendario, o modificarlo de forma que, en caso de lluvia persistente, tuviéramos fácil escapatoria y que, ante todo, no nos viéramos obligados a realizar por partida doble el recorrido por carretera que enlaza Donostia y Hernani. Finalmente, nos decantamos por la opción de modificar el recorrido, optando por un clásico entre los clásicos: Latxe, Malbazar, Sorondo, Oiartzun.
Puedo adelantar (sintiéndolo por los que desististeis de venir pensando en la lluvia) que prácticamente no nos cayó una gota de agua en toda la mañana, aunque resultaba más que evidente que, previamente, debió de haber algo parecido al Diluvio Universal porque el agua brotaba por doquier de todos los rincones y el Urumea presentaba tal crecida que el estruendo de la cascada próxima a Latxe era ya perfectamente audible cuando cruzábamos el puente peatonal de Ereñotzu.
A poco de comenzar la subida del día, y cuando todavía circulábamos por cementada, Julito sufrió problemas con la batería de su bicicleta y, desde ahí mismo, decidió regresar solo a casa. Los cinco restantes seguimos ascendiendo, no sin verme, poco después, yo mismo también afectado por algunos problemas con la corona del 50 que, siguiendo la Ley de Murphy, se me presentaron en lugares concienzudamente escogidos como lo son esos durísimos repechos, no aptos para infartados, que se suceden en la zona intermedia de esa pista ascendente a la zona de Urdaburu-Zaria.
Llegados ya a Malbazar, nos abandona Jon, y nos quedamos los cuatro que, a la postre, siguiendo la dirección Sorondo y Oiartzun, seríamos los que finiquitaríamos el recorrido que habíamos previsto en toda su integridad.
Después del descenso desde Sorondo, y de un veloz recorrido por carretera atravesando Oiartzun y Errenteria, no serían ni las 13:00, cuando estábamos de regreso en casa, satisfechos de haber disfrutado de una jornada que a priori se presentaba heroica y que al final, contrariamente a todos las vaticinios, no lo fue tanto y que incluso resultó hasta divertida por la ausencia de lluvia, la temperatura primaveral y la agradable compañía.
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