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La crónica, por Manolo M.
Mañana del día de Navidad fresquita, unos 9º grados, cuando después de habérmelo pensado una y otra vez, por fin me decido a enjaezar y cabalgar el jumento de acero y dirigirme a trote cansino hacia el habitual punto de reunión en Avd. Navarra.
Hay mucha niebla y según me aproximo, en la distancia, no veo a nadie, me empiezan a asaltar serias dudas -¿No me estaría excediendo en mi celo txalupil..?- ¿No sería, quizás, más sensato en un día como el de hoy, haberme quedado en la cama...?
Al final… ¡Bingo..! Sí, había cinco txalupas, y yo era el sexto (¡Ojo..! Camilo no) y último. Sin más dilaciones, a las 08:37, nos ponemos en marcha con intención prontamente acordada de hacer una vuelta corta y rápida: acometer la subida hacia el Collado Zaldin (el de las Vacas), con el fin de no más tarde del mediodía, poder estar ya de vuelta en casa.
El pequeño pelotón, que como he dicho, estaba compuesto por seis bikers: cuatro del “Z” y dos del “A”; sale a un ritmo que a mí, aun con la amalgama de burbujas y polvorón todavía agitándoseme en el estomago, me pareció algo más ligero de la deseable; comandaba el grupo el eléctrico Xabi que, sin dar tregua, con un ritmo frenético nos llevó a Errenteria en un suspiro; atravesando esta localidad, algunos semáforos en rojo hacen que nuestro pequeño grupo se disgregue quedándonos atrás Iñaki Castillo, Agus y este humilde cronista y.. a los otros tres, ya no los volvimos a ver en toda la etapa.
Ya solos los tres, llegados a Oiartzun, tomamos carretera a Artikutza, y en la curva de costumbre, pasado el barrio de Altzibar tomamos la dura ascensión cementada en dirección Ozentzio y Sorondo. Con ritmo de ascensión suave, en amena conversación y sin ningún suceso digno de mencionar nos plantamos en el Collado Zaldin (Collado de las Vacas). El panorama que se contemplaba desde allí, con los valles a nuestros pies sumergidos en un mar de nieblas era un hermoso espectáculo que no nos cansamos de contemplar y fotografiar. Como la temperatura era excelente, el cielo en altura despejado y nosotros, plenos de ánimo por habernos conocido (no en el sentido bíblico.. ¡Cuidado.!!!) y también por habernos decidido a ciclar en un día como el de hoy, acordamos continuar ascendiendo hasta Oianleku.. Allí si cabe, la temperatura todavía era más agradable que en el Collado Zaldin, se ve que el fenómeno de la inversión térmica estaba haciendo de las suyas.. pero.. eran ya cerca de las 11:30, y tocaba volver. Sin más, hacemos la larguísima y rápida bajada por pista hasta el km 6 de la carretera a Aritxulegi y, ya sin mayores incidencias, nos plantamos en Donostia a una hora más que razonable para poder cumplir con los deberes familiares y con un cuerpo oxigenado y pleno de endorfinas.
Como para volver el año que viene.
Hay mucha niebla y según me aproximo, en la distancia, no veo a nadie, me empiezan a asaltar serias dudas -¿No me estaría excediendo en mi celo txalupil..?- ¿No sería, quizás, más sensato en un día como el de hoy, haberme quedado en la cama...?
Al final… ¡Bingo..! Sí, había cinco txalupas, y yo era el sexto (¡Ojo..! Camilo no) y último. Sin más dilaciones, a las 08:37, nos ponemos en marcha con intención prontamente acordada de hacer una vuelta corta y rápida: acometer la subida hacia el Collado Zaldin (el de las Vacas), con el fin de no más tarde del mediodía, poder estar ya de vuelta en casa.
El pequeño pelotón, que como he dicho, estaba compuesto por seis bikers: cuatro del “Z” y dos del “A”; sale a un ritmo que a mí, aun con la amalgama de burbujas y polvorón todavía agitándoseme en el estomago, me pareció algo más ligero de la deseable; comandaba el grupo el eléctrico Xabi que, sin dar tregua, con un ritmo frenético nos llevó a Errenteria en un suspiro; atravesando esta localidad, algunos semáforos en rojo hacen que nuestro pequeño grupo se disgregue quedándonos atrás Iñaki Castillo, Agus y este humilde cronista y.. a los otros tres, ya no los volvimos a ver en toda la etapa.
Ya solos los tres, llegados a Oiartzun, tomamos carretera a Artikutza, y en la curva de costumbre, pasado el barrio de Altzibar tomamos la dura ascensión cementada en dirección Ozentzio y Sorondo. Con ritmo de ascensión suave, en amena conversación y sin ningún suceso digno de mencionar nos plantamos en el Collado Zaldin (Collado de las Vacas). El panorama que se contemplaba desde allí, con los valles a nuestros pies sumergidos en un mar de nieblas era un hermoso espectáculo que no nos cansamos de contemplar y fotografiar. Como la temperatura era excelente, el cielo en altura despejado y nosotros, plenos de ánimo por habernos conocido (no en el sentido bíblico.. ¡Cuidado.!!!) y también por habernos decidido a ciclar en un día como el de hoy, acordamos continuar ascendiendo hasta Oianleku.. Allí si cabe, la temperatura todavía era más agradable que en el Collado Zaldin, se ve que el fenómeno de la inversión térmica estaba haciendo de las suyas.. pero.. eran ya cerca de las 11:30, y tocaba volver. Sin más, hacemos la larguísima y rápida bajada por pista hasta el km 6 de la carretera a Aritxulegi y, ya sin mayores incidencias, nos plantamos en Donostia a una hora más que razonable para poder cumplir con los deberes familiares y con un cuerpo oxigenado y pleno de endorfinas.
Como para volver el año que viene.
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