Para ello, salimos de Donostia por Riberas de Loyola y continuamos
por el camino archiconocido que pasa por Loyola, Martutene, Astigarraga y nos deja en Hernani. No hay percances, así que continuamos por el barrio Osinaga con sus sidrerías, y nos detuvimos en el puente sobre el Urumea, frente al restaurante Fagollaga a esperar que nos alcanzara Delfín, que había pinchado.
Una vez todos juntos, seguimos. Pasamos Ereñozu y su preciosa ermita y a la altura de la casa llamada Latxe, torcimos a la izquierda para coger el camino que pasa cerca dela chimenea de ladrillos y nos va haciendo coger altura en su discurrir paralelo a la erreka Ursoko. En los primeros tramos, el firme está asfaltado. Pero llega un momento, después de tomar una curva cerrada a derechas, que nos encontramos con suelo de tierra al que hace poco tiempo han echado unos camiones de piedra, por lo menos en su primera parte, que resulta muy poco adecuado para ir en bici, ya que la pendiente es respetable y sobre las piedras es muy difícil mantener el equilibrio. Así que toca bajarse, y empujar la burra.
Más adelante ya no hay piedras y el camino se vuelve ciclable, duro, pero se puede hacer montado. Nos reunimos en un cruce en el que a la derecha sale una pista que nos llevaría a la fábrica de cerveza. Nosotros seguimos recto, para bordear Urdaburu y aparecer en el collado de Malmazar. Desde aquí el equipo A continuó hacia el barrio Iturrioz de Oiartzun, y el equipo Z descendió hasta Perurena donde unos fueron a lavar las bicis, otros bajaron a Astigarraga para de allí volver a Donostia y yo acompañé a los de Intxaurrondo, junto con Juan Mari, ya que era todavía temprano. Bajamos por el cementerio hasta Loyola y Amara para llegar a mi casa a las 12:05, con algo mas de 42 kilómetros en las piernas.
por el camino archiconocido que pasa por Loyola, Martutene, Astigarraga y nos deja en Hernani. No hay percances, así que continuamos por el barrio Osinaga con sus sidrerías, y nos detuvimos en el puente sobre el Urumea, frente al restaurante Fagollaga a esperar que nos alcanzara Delfín, que había pinchado.
Una vez todos juntos, seguimos. Pasamos Ereñozu y su preciosa ermita y a la altura de la casa llamada Latxe, torcimos a la izquierda para coger el camino que pasa cerca dela chimenea de ladrillos y nos va haciendo coger altura en su discurrir paralelo a la erreka Ursoko. En los primeros tramos, el firme está asfaltado. Pero llega un momento, después de tomar una curva cerrada a derechas, que nos encontramos con suelo de tierra al que hace poco tiempo han echado unos camiones de piedra, por lo menos en su primera parte, que resulta muy poco adecuado para ir en bici, ya que la pendiente es respetable y sobre las piedras es muy difícil mantener el equilibrio. Así que toca bajarse, y empujar la burra.Más adelante ya no hay piedras y el camino se vuelve ciclable, duro, pero se puede hacer montado. Nos reunimos en un cruce en el que a la derecha sale una pista que nos llevaría a la fábrica de cerveza. Nosotros seguimos recto, para bordear Urdaburu y aparecer en el collado de Malmazar. Desde aquí el equipo A continuó hacia el barrio Iturrioz de Oiartzun, y el equipo Z descendió hasta Perurena donde unos fueron a lavar las bicis, otros bajaron a Astigarraga para de allí volver a Donostia y yo acompañé a los de Intxaurrondo, junto con Juan Mari, ya que era todavía temprano. Bajamos por el cementerio hasta Loyola y Amara para llegar a mi casa a las 12:05, con algo mas de 42 kilómetros en las piernas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario