Crónica de la etapa del domingo, 10 de Marzo

No ha sido posible hacer el recuento de cuántos nos hemos juntado hoy hasta bajarnos del tren en Andoin, ya que nos hemos montado en el convoy en distintas estaciones.
Antes de dar la primera pedalada... ¡pinchazo! Esta vez es Koldo el que ha tenido que cambiar de cámara con la ayuda del mecánico de guardia (me ha parecido que le ha tocado a Delfín).
Y en total hemos sido 24 los Txalupas que hemos comenzado la ruta programada recorriendo inicialmente los primeros 10 km. de la vía verde del Plazaola, a lo largo del valle del Leitzaran.
El cielo amenazaba lluvia, pero no ha habido precipitaciones, nos hemos quitado el chubasquero al comenzar la subida en el mencionado kilómetro 10..., y hemos terminado el día con sol (tal y como lo anunció Ana Urrutia).
Y hablando de la subida... ¡Qué pedazo subidón!. Sube y sube y sube. ¿Hasta donde? Hay que pasar por ese collado... señala Enrique. Y apunta con el dedo a un lugar situado a muuuuuchos metros de distancia en el horizonte.
Bueno..., pues vale..., hacia allí iremos, pensé yo (suave, suave..., que el cuerpo no está para grandes hazañas). Pero mis cálculos sobre a qué hora llegaré a casa cambian radicalmente por una serie continuada de percances: primero, a Sebas se le sale la cadena desde el plato pequeño. A los pocos metros se oye un crack: Salva rompe la cadena... Y por si fuera poco, encontramos el camino cortado por una valla infranqueable (parecía una verja de las de Guantánamo o de Prison Breack).
Volvemos sobre nuestros pasos hasta un cruce donde se encuentra otro camino que nos llevará a nuestro destino. Pero tras una mirada al reloj y una consulta sobre lo que nos queda, José Luis, Luigi, Iñaki (el de Aiete) y yo optamos por volver al Leitzaran y tratar de llegar a Andoain para coger el tren de las 12:31 h.
Lo que antes era dura subida, se convierte ahora en fantástico y vertiginoso descenso (una vez mas se demuestra que para disfrutar de una bajada, primero hay que pegarse la pechada de subir). Al llegar al viejo trazado del Plazaola vemos que el tiempo se nos echa encima: hay que apretar los calapiés (es un decir) y mover las bielas a toda velocidad para no perder el tren.
Los dos Iñakis llegamos a tiempo a la estación, pero ni de Luigi ni de José Luis tuvimos noticias. ¿Qué les pasó?
Daban justamente las campanadas de la una cuando habría la puerta que conduce a mi trastero (sin lavar la bici ni nada, claro). Duchita en tiempo record y me encamino al Iván (en la plaza de las Cofradías Donostiarras, en Amara) para tomar el aperitivo (patatas bravas y chopitos) con los amigotes y parte de la familia.
Por cierto, que se encontraba allí mi nieto de 37 días (tomó otro "aperitivo" diferente al nuestro) al que le he hecho socio de la Real con el nº 22345)