La crónica, por Manolo M
Sí, lo confieso: adoro el olor a napalm por la mañana; y es que a nadie que no comparta esta extravagante inclinación se le podría ocurrir enjaezar y cabalgar el caballo de acero en un día como el de ayer, 6 de noviembre: lluvia incesante, una temperatura que oscilaba entre 5º - 7º y una sensación de persistente gelidez acrecentada por el viento en las zonas más expuestas y por una humedad capaz de penetrar el sistema óseo más dotado.
Arranqué en dirección al Ali-Oli de Martutene y posteriormente, siguiendo siempre la rivera del Urumea: Astigarraga, Hernani, Ereñozu y finalmente, Latxe; en este último barrio, por el puente contiguo a “Okupas” (central Pikoaga), crucé el Urumea, y allí mismo di comienzo a la que sería la dificultad montañosa del día ascendiendo en dirección a las estribaciones del monte Onyi. Esta subida, que consta de unos 5 km de recorrido total, en sus primeros kilómetros presenta una dureza nada despreciable y mucho más en unas condiciones como las de ayer en las que toda la ropa y equipamiento necesario antes de la subida sobraba en su mayoría una vez comenzada ésta. Afortunadamente, los esfuerzos y jadeos fueron mucho más llevaderos gracias a que a lo largo de todo ese recorrido tuve oportunidad de coincidir y poder saludar a nada menos que a otros cuatro insensatos componentes del grupo Txalupa; si mal no recuerdo, creo que a lo largo del recorrido tuve oportunidad de ver y saludar a miembros tan notorios como: Marcelo, Iñaki, VP, al teniente Mariano…
Saludos aparte, el día no invitaba a solazarse haciendo pausas por el camino, así que prácticamente la única parada (oficial) fue la que hice en el “cementerio milenario” (Mulisko gaina); a partir de ahí, ya una bajada ininterrumpida. Al principio de esta bajada, debido a la cantidad de barro y agua existente en los senderos, el peligro era más que evidente y todas las precauciones eran pocas para evitar caídas, el terreno exigía conducir con el mayor tacto posible y, sobre todo, esmerarse en el manejo de los frenos tratando de evitar bloquear las ruedas. Posteriormente pude saber que, en ese mismo tramo, a Iñaki le toco (aunque afortunadamente sin consecuencias) probar la dureza del terreno.
El descenso finalizaba nuevamente en la zona del polígono industrial de Hernani, y sólo restaba ya desandar lo andado por carretera en dirección Donostia, pero lo peor no había terminado y es que era tan intenso el frio y entumecimiento de manos que no tuve más remedio que parar a la altura del campo de rugbi de Hernani con el fin de cambiar guantes. En este punto también tuve ocasión de volver a saludar a algunos de los txalupas mencionados anteriormente.
A modo de balance, unos 36 km de recorrido y unos 600 m de desnivel, y que a pesar del día tan desapacible, sólo me queda por añadir lo de siempre en lo que respecta a nuestros recorridos MTB: “Lo volvería a hacer..”
Sí, lo confieso: adoro el olor a napalm por la mañana; y es que a nadie que no comparta esta extravagante inclinación se le podría ocurrir enjaezar y cabalgar el caballo de acero en un día como el de ayer, 6 de noviembre: lluvia incesante, una temperatura que oscilaba entre 5º - 7º y una sensación de persistente gelidez acrecentada por el viento en las zonas más expuestas y por una humedad capaz de penetrar el sistema óseo más dotado.
ResponderEliminarArranqué en dirección al Ali-Oli de Martutene y posteriormente, siguiendo siempre la rivera del Urumea: Astigarraga, Hernani, Ereñozu y finalmente, Latxe; en este último barrio, por el puente contiguo a “Okupas” (central Pikoaga), crucé el Urumea, y allí mismo di comienzo a la que sería la dificultad montañosa del día ascendiendo en dirección a las estribaciones del monte Onyi. Esta subida, que consta de unos 5 km de recorrido total, en sus primeros kilómetros presenta una dureza nada despreciable y mucho más en unas condiciones como las de ayer en las que toda la ropa y equipamiento necesario antes de la subida sobraba en su mayoría una vez comenzada ésta. Afortunadamente, los esfuerzos y jadeos fueron mucho más llevaderos gracias a que a lo largo de todo ese recorrido tuve oportunidad de coincidir y poder saludar a nada menos que a otros cuatro insensatos componentes del grupo Txalupa; si mal no recuerdo, creo que a lo largo del recorrido tuve oportunidad de ver y saludar a miembros tan notorios como: Marcelo, Iñaki, VP, al teniente Mariano…
Saludos aparte, el día no invitaba a solazarse haciendo pausas por el camino, así que prácticamente la única parada (oficial) fue la que hice en el “cementerio milenario” (Mulisko gaina); a partir de ahí, ya una bajada ininterrumpida. Al principio de esta bajada, debido a la cantidad de barro y agua existente en los senderos, el peligro era más que evidente y todas las precauciones eran pocas para evitar caídas, el terreno exigía conducir con el mayor tacto posible y, sobre todo, esmerarse en el manejo de los frenos tratando de evitar bloquear las ruedas. Posteriormente pude saber que, en ese mismo tramo, a Iñaki le toco (aunque afortunadamente sin consecuencias) probar la dureza del terreno.
El descenso finalizaba nuevamente en la zona del polígono industrial de Hernani, y sólo restaba ya desandar lo andado por carretera en dirección Donostia, pero lo peor no había terminado y es que era tan intenso el frio y entumecimiento de manos que no tuve más remedio que parar a la altura del campo de rugbi de Hernani con el fin de cambiar guantes. En este punto también tuve ocasión de volver a saludar a algunos de los txalupas mencionados anteriormente.
A modo de balance, unos 36 km de recorrido y unos 600 m de desnivel, y que a pesar del día tan desapacible, sólo me queda por añadir lo de siempre en lo que respecta a nuestros recorridos MTB: “Lo volvería a hacer..”