La crónica, por Jon
Un año más, Txalupa TT acude a Legazpia para el memorial Xabier Ortiz, esta vez con una representación algo más reducida de 9 bikers y 3 acompañantes.
Con suficiente antelación iniciamos el proceso bien conocido de recoger dorsales, tomar un café, hacer los deberes (los que hayan venido de casa sin hacerlos), preparar las máquinas, últimos retoques mecánicos, risas, vaciles, comentarios de estrategias, y foto oficial de grupo.
Todos los Txalupas en la pole position, es que es lo que tiene ser un talde recibido con privilegios, y ya casi sin darnos cuenta, se da la salida, y es que este año no ha habido fuegos artificiales ni traca explosiva para anunciarla.
Salida tranquila, primeros kms neutralizados de verdad, con la gente pedaleando y charlando, no como otras pruebas también conocidas donde se da la salida “neutralizada” y en el 1er km ya vas con el piñon del 10 a fuego.
Pero no nos engañemos, esto no es sino la calma antes de la tormenta, o el día de Navidad en las trincheras de 1914… y es que fue dejar la carretera, entrar en el monte, y aquí no se hacen prisioneros. Primer sendero, roto y empinado, en el que el primer grupo de los gallos pasan como balas, los del segundo grupo conseguimos pasar sin desmontar, y ya detrás se forma tapón con el consiguiente pie a tierra.
El ambiente es húmedo, nos las prometíamos muy felices tras una semana de buen tiempo y calor, pero la tormenta del viernes descargó con ganas en Legazpi, y dejó el terreno bastante empapado, muy juguetón en el llano, pero bastante complicado en las bajadas. La primera parte de la prueba es más amable : las subidas no son demasiado fuertes, las bajadas no son demasiado técnicas, tenemos un poco de niebla y nubes bajas, se ve que quiere despejar, pero le cuesta… le cuesta…
Pero ya en la segunda parte de la prueba, y más concretamente en la subida a Aizpuru, empieza a clarear, y una vez arriba el sol sale con fuerza. Hacemos la pista con orientación Sur, a pleno sol, las nubes cubren el valle por debajo de nosotros, en mi cabeza suena música de Gatibu (laino guztien gainetik) y al otro lado del mismo lucen orgullosas las cimas y paredes rocosas del macizo del Aizgorri-Aratz. Solo las vistas ya justifican el esfuerzo, y en este punto de la prueba todos sonreímos, admirando tanta belleza natural.
Pero nada es eterno, ni las penas ni las alegrías, y tras una curva a derechas, empieza el rock’n roll de la bajada hacia Mirandaola. Sálvese quien pueda en esta auténtica pista de patinaje. Senderos muy bonitos, hay que decir, pero muy delicados en las condiciones del sábado.
Y llegamos a ese enclave con encanto que es Mirandaola, donde tenemos el 2º avituallamiento, y mangueras para quitar el barro acumulado. Se agradecen mucho tanto lo uno como lo otro, el calor empieza a apretar y algunos tiran de manguera no sólo para la bici…
Y salimos de Mirandaola renovados de energía, para afrontar el opari de la organización: 5 kms de subida final con un 1er km al 13% que a estas alturas ya cuesta… bueno, nos cuesta a los pulmonares, porque los eléctricos, que en Legazpi fueron legión, subían tan tranquilos. Pero seamos honestos, el recorrido es lo suficientemente bonito como para que el sufrimiento sea mucho más llevadero, y ahora pasados unos días no tengo recuerdo de haber sufrido tanto… bastante sendero, y pista estrecha, la mayoría a la sombra, vamos, ideal para disfrutar. Hasta que llegamos arriba e iniciamos la gran bajada hacia Legazpi, puro sendero con algunas zonas técnicas, que sin embargo dieron mucho juego porque el terreno no estaba tan delicado como la bajada anterior. Pendiente, sí, pero con bastante agarre.
Con suficiente antelación iniciamos el proceso bien conocido de recoger dorsales, tomar un café, hacer los deberes (los que hayan venido de casa sin hacerlos), preparar las máquinas, últimos retoques mecánicos, risas, vaciles, comentarios de estrategias, y foto oficial de grupo.
Todos los Txalupas en la pole position, es que es lo que tiene ser un talde recibido con privilegios, y ya casi sin darnos cuenta, se da la salida, y es que este año no ha habido fuegos artificiales ni traca explosiva para anunciarla.
Salida tranquila, primeros kms neutralizados de verdad, con la gente pedaleando y charlando, no como otras pruebas también conocidas donde se da la salida “neutralizada” y en el 1er km ya vas con el piñon del 10 a fuego.
Pero no nos engañemos, esto no es sino la calma antes de la tormenta, o el día de Navidad en las trincheras de 1914… y es que fue dejar la carretera, entrar en el monte, y aquí no se hacen prisioneros. Primer sendero, roto y empinado, en el que el primer grupo de los gallos pasan como balas, los del segundo grupo conseguimos pasar sin desmontar, y ya detrás se forma tapón con el consiguiente pie a tierra.
El ambiente es húmedo, nos las prometíamos muy felices tras una semana de buen tiempo y calor, pero la tormenta del viernes descargó con ganas en Legazpi, y dejó el terreno bastante empapado, muy juguetón en el llano, pero bastante complicado en las bajadas. La primera parte de la prueba es más amable : las subidas no son demasiado fuertes, las bajadas no son demasiado técnicas, tenemos un poco de niebla y nubes bajas, se ve que quiere despejar, pero le cuesta… le cuesta…
Pero ya en la segunda parte de la prueba, y más concretamente en la subida a Aizpuru, empieza a clarear, y una vez arriba el sol sale con fuerza. Hacemos la pista con orientación Sur, a pleno sol, las nubes cubren el valle por debajo de nosotros, en mi cabeza suena música de Gatibu (laino guztien gainetik) y al otro lado del mismo lucen orgullosas las cimas y paredes rocosas del macizo del Aizgorri-Aratz. Solo las vistas ya justifican el esfuerzo, y en este punto de la prueba todos sonreímos, admirando tanta belleza natural.
Pero nada es eterno, ni las penas ni las alegrías, y tras una curva a derechas, empieza el rock’n roll de la bajada hacia Mirandaola. Sálvese quien pueda en esta auténtica pista de patinaje. Senderos muy bonitos, hay que decir, pero muy delicados en las condiciones del sábado.
Y llegamos a ese enclave con encanto que es Mirandaola, donde tenemos el 2º avituallamiento, y mangueras para quitar el barro acumulado. Se agradecen mucho tanto lo uno como lo otro, el calor empieza a apretar y algunos tiran de manguera no sólo para la bici…
Y salimos de Mirandaola renovados de energía, para afrontar el opari de la organización: 5 kms de subida final con un 1er km al 13% que a estas alturas ya cuesta… bueno, nos cuesta a los pulmonares, porque los eléctricos, que en Legazpi fueron legión, subían tan tranquilos. Pero seamos honestos, el recorrido es lo suficientemente bonito como para que el sufrimiento sea mucho más llevadero, y ahora pasados unos días no tengo recuerdo de haber sufrido tanto… bastante sendero, y pista estrecha, la mayoría a la sombra, vamos, ideal para disfrutar. Hasta que llegamos arriba e iniciamos la gran bajada hacia Legazpi, puro sendero con algunas zonas técnicas, que sin embargo dieron mucho juego porque el terreno no estaba tan delicado como la bajada anterior. Pendiente, sí, pero con bastante agarre.
Los Txalupas van llegando a la meta, y van tomando posiciones estratégicas : en la barra libre, en los pintxos, en el sorteo de regalos por dorsales (bastantes afortunados), se verifica que las paellas se estén haciendo conforme a las reglas del estado del arte, y por supuesto, se toma una posición estratégica en la mejor mesa de la comida popular. Esa mesa está ya reservada para el año que viene.
Un sábado de 10.
Mil gracias a la organización de la Xabier Ortiz BTT, leit motiv, “que no os falte de ná, eh?”
Un sábado de 10.
Mil gracias a la organización de la Xabier Ortiz BTT, leit motiv, “que no os falte de ná, eh?”
2 comentarios:
Un año más, Txalupa TT acude a Legazpia para el memorial Xabier Ortiz, esta vez con una representación algo más reducida de 9 bikers y 3 acompañantes.
Con suficiente antelación iniciamos el proceso bien conocido de recoger dorsales, tomar un café, hacer los deberes (los que hayan venido de casa sin hacerlos), preparar las máquinas, últimos retoques mecánicos, risas, vaciles, comentarios de estrategias, y foto oficial de grupo.
Todos los Txalupas en la pole position, es que es lo que tiene ser un talde recibido con privilegios, y ya casi sin darnos cuenta, se da la salida, y es que este año no ha habido fuegos artificiales ni traca explosiva para anunciarla.
Salida tranquila, primeros kms neutralizados de verdad, con la gente pedaleando y charlando, no como otras pruebas también conocidas donde se da la salida “neutralizada” y en el 1er km ya vas con el piñon del 10 a fuego.
Pero no nos engañemos, esto no es sino la calma antes de la tormenta, o el día de Navidad en las trincheras de 1914… y es que fue dejar la carretera, entrar en el monte, y aquí no se hacen prisioneros. Primer sendero, roto y empinado, en el que el primer grupo de los gallos pasan como balas, los del segundo grupo conseguimos pasar sin desmontar, y ya detrás se forma tapón con el consiguiente pie a tierra.
El ambiente es húmedo, nos las prometíamos muy felices tras una semana de buen tiempo y calor, pero la tormenta del viernes descargó con ganas en Legazpi, y dejó el terreno bastante empapado, muy juguetón en el llano, pero bastante complicado en las bajadas. La primera parte de la prueba es más amable : las subidas no son demasiado fuertes, las bajadas no son demasiado técnicas, tenemos un poco de niebla y nubes bajas, se ve que quiere despejar, pero le cuesta… le cuesta…
Pero ya en la segunda parte de la prueba, y más concretamente en la subida a Aizpuru, empieza a clarear, y una vez arriba el sol sale con fuerza. Hacemos la pista con orientación Sur, a pleno sol, las nubes cubren el valle por debajo de nosotros, en mi cabeza suena música de Gatibu (laino guztien gainetik) y al otro lado del mismo lucen orgullosas las cimas y paredes rocosas del macizo del Aizgorri-Aratz. Solo las vistas ya justifican el esfuerzo, y en este punto de la prueba todos sonreímos, admirando tanta belleza natural.
Pero nada es eterno, ni las penas ni las alegrías, y tras una curva a derechas, empieza el rock’n roll de la bajada hacia Mirandaola. Sálvese quien pueda en esta auténtica pista de patinaje. Senderos muy bonitos, hay que decir, pero muy delicados en las condiciones del sábado.
Y llegamos a ese enclave con encanto que es Mirandaola, donde tenemos el 2º avituallamiento, y mangueras para quitar el barro acumulado. Se agradecen mucho tanto lo uno como lo otro, el calor empieza a apretar y algunos tiran de manguera no sólo para la bici…
Y salimos de Mirandaola renovados de energía, para afrontar el opari de la organización: 5 kms de subida final con un 1er km al 13% que a estas alturas ya cuesta… bueno, nos cuesta a los pulmonares, porque los eléctricos, que en Legazpi fueron legión, subían tan tranquilos. Pero seamos honestos, el recorrido es lo suficientemente bonito como para que el sufrimiento sea mucho más llevadero, y ahora pasados unos días no tengo recuerdo de haber sufrido tanto… bastante sendero, y pista estrecha, la mayoría a la sombra, vamos, ideal para disfrutar. Hasta que llegamos arriba e iniciamos la gran bajada hacia Legazpi, puro sendero con algunas zonas técnicas, que sin embargo dieron mucho juego porque el terreno no estaba tan delicado como la bajada anterior. Pendiente, sí, pero con bastante agarre.
Los Txalupas van llegando a la meta, y van tomando posiciones estratégicas : en la barra libre, en los pintxos, en el sorteo de regalos por dorsales (bastantes afortunados), se verifica que las paellas se estén haciendo conforme a las reglas del estado del arte, y por supuesto, se toma una posición estratégica en la mejor mesa de la comida popular. Esa mesa está ya reservada para el año que viene.
Un sábado de 10.
Mil gracias a la organización de la Xabier Ortiz BTT, leit motiv, “que no os falte de ná, eh?”
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