La crónica, por Manolo M.
Con una grata temperatura para la práctica del MTB (15ºC), somos trece los que, después de haber madrugado algo más de lo habitual, arrancamos desde la estación de Tolosa en dirección al barrio de Amaroz para, ya desde allí, afrontar la primera subida por carretera hacia Leaburu. Poco después de esta localidad, termina el asfalto y comienza el pisteo, siempre en ascenso, y cuidando de mantenerse en todo momento alerta debido a los muchos viandantes que normalmente transitan la zona. Este tramo de camino que nos conduce a la vecina localidad de Gaztelu llega un momento en el que, en lo más espeso del bosque, pasa de ser pista a convertirse en un sendero que, por sinuosidad, dificultad técnica y tramos con elevados porcentajes, deja de ser ciclable en muchos tramos requiriendo el empleo de la vieja técnica del “empujembike” tanto por parte de eléctricos, como de pulmonares.
Ya en la bonita localidad de Gaztelu, se hace un avituallamiento ligero y se continúa la ruta, siempre ascendiendo, con una temperatura que va ganando grados de continuo, pero que todavía en estos momentos se mantiene agradable. El siguiente hito a conquistar para los 13 animosos expedicionarios se encuentra enclavado en la cima del monte Ulizar (869 m); bonita cima que, una vez hollada, nos sirve como escenario perfecto para fotografiarnos reiteradamente en derredor de su vértice geodésico y, cómo no, para solazarnos con la luminosidad de un día radiante y la contemplación de unos parajes naturales que en un día como el de hoy lucían más que esplendorosos.
En esta etapa tan especial, lo de la cima Ulizar, para mí, y creo que para muchos, supone una pequeña celada, lo digo en el sentido de que tras arduos esfuerzos para conquistar la cima y al observar desde allí que todo el territorio circundante está a un nivel inferior, ingenuamente, los poco avezados en la ruta presuponemos que lo más duro en cuanto a subidas ya está concluido y que el recorrido restante es pan comido ¡Pues no..!!! y es que todavía, tras un breve descenso desde Ulizar, aún restan una serie de sucesivos y penosos ascensos que resultan ser los de los mayores porcentajes de la jornada. Por fin, el sufrimiento acaba cuando se llega a Pagozelai, desde allí, aunque no exento de cierto riesgo por las abundantes roderas en la pista, un rapidísimo descenso hasta Areso para enlazar tras cruzar esta población con un agradable sendero que conduce a la Vía Verde del Plazaola.
A estas alturas del recorrido, restando aun más de 20 km para llegar a Andoain por la rivera del Leizaran, al menos yo que acusaba inactividad prolongada y estando más que ahíto de esfuerzo, deshidratación y de calor no me costó en absoluto autoconvencerme de que el recorrido por asfalto entre Andoain y Donostia era totalmente prescindible y que coger el tren de vuelta en Andoain era una opción más que razonable. No fui el único, ya que una mayoría de los expedicionarios optaron por esta misma opción, concluyendo así esta hermosa y dura etapa que resultó ser sin incidentes, con un experto Miguel dirigiendo el rumbo y con una no tan experta Lucía intentando no perderlo.
Ya en la bonita localidad de Gaztelu, se hace un avituallamiento ligero y se continúa la ruta, siempre ascendiendo, con una temperatura que va ganando grados de continuo, pero que todavía en estos momentos se mantiene agradable. El siguiente hito a conquistar para los 13 animosos expedicionarios se encuentra enclavado en la cima del monte Ulizar (869 m); bonita cima que, una vez hollada, nos sirve como escenario perfecto para fotografiarnos reiteradamente en derredor de su vértice geodésico y, cómo no, para solazarnos con la luminosidad de un día radiante y la contemplación de unos parajes naturales que en un día como el de hoy lucían más que esplendorosos.
En esta etapa tan especial, lo de la cima Ulizar, para mí, y creo que para muchos, supone una pequeña celada, lo digo en el sentido de que tras arduos esfuerzos para conquistar la cima y al observar desde allí que todo el territorio circundante está a un nivel inferior, ingenuamente, los poco avezados en la ruta presuponemos que lo más duro en cuanto a subidas ya está concluido y que el recorrido restante es pan comido ¡Pues no..!!! y es que todavía, tras un breve descenso desde Ulizar, aún restan una serie de sucesivos y penosos ascensos que resultan ser los de los mayores porcentajes de la jornada. Por fin, el sufrimiento acaba cuando se llega a Pagozelai, desde allí, aunque no exento de cierto riesgo por las abundantes roderas en la pista, un rapidísimo descenso hasta Areso para enlazar tras cruzar esta población con un agradable sendero que conduce a la Vía Verde del Plazaola.
A estas alturas del recorrido, restando aun más de 20 km para llegar a Andoain por la rivera del Leizaran, al menos yo que acusaba inactividad prolongada y estando más que ahíto de esfuerzo, deshidratación y de calor no me costó en absoluto autoconvencerme de que el recorrido por asfalto entre Andoain y Donostia era totalmente prescindible y que coger el tren de vuelta en Andoain era una opción más que razonable. No fui el único, ya que una mayoría de los expedicionarios optaron por esta misma opción, concluyendo así esta hermosa y dura etapa que resultó ser sin incidentes, con un experto Miguel dirigiendo el rumbo y con una no tan experta Lucía intentando no perderlo.
Las fotos son de Fano
3 comentarios:
Con una grata temperatura para la práctica del MTB (15ºC), somos trece los que, después de haber madrugado algo más de lo habitual, arrancamos desde la estación de Tolosa en dirección al barrio de Amaroz para, ya desde allí, afrontar la primera subida por carretera hacia Leaburu. Poco después de esta localidad, termina el asfalto y comienza el pisteo, siempre en ascenso, y cuidando de mantenerse en todo momento alerta debido a los muchos viandantes que normalmente transitan la zona. Este tramo de camino que nos conduce a la vecina localidad de Gaztelu llega un momento en el que, en lo más espeso del bosque, pasa de ser pista a convertirse en un sendero que, por sinuosidad, dificultad técnica y tramos con elevados porcentajes, deja de ser ciclable en muchos tramos requiriendo el empleo de la vieja técnica del “empujembike” tanto por parte de eléctricos, como de pulmonares.
Ya en la bonita localidad de Gaztelu, se hace un avituallamiento ligero y se continúa la ruta, siempre ascendiendo, con una temperatura que va ganando grados de continuo, pero que todavía en estos momentos se mantiene agradable. El siguiente hito a conquistar para los 13 animosos expedicionarios se encuentra enclavado en la cima del monte Ulizar (869 m); bonita cima que, una vez hollada, nos sirve como escenario perfecto para fotografiarnos reiteradamente en derredor de su vértice geodésico y, cómo no, para solazarnos con la luminosidad de un día radiante y la contemplación de unos parajes naturales que en un día como el de hoy lucían más que esplendorosos.
En esta etapa tan especial, lo de la cima Ulizar, para mí, y creo que para muchos, supone una pequeña celada, lo digo en el sentido de que tras arduos esfuerzos para conquistar la cima y al observar desde allí que todo el territorio circundante está a un nivel inferior, ingenuamente, los poco avezados en la ruta presuponemos que lo más duro en cuanto a subidas ya está concluido y que el recorrido restante es pan comido ¡Pues no..!!! y es que todavía, tras un breve descenso desde Ulizar, aún restan una serie de sucesivos y penosos ascensos que resultan ser los de los mayores porcentajes de la jornada. Por fin, el sufrimiento acaba cuando se llega a Pagozelai, desde allí, aunque no exento de cierto riesgo por las abundantes roderas en la pista, un rapidísimo descenso hasta Areso para enlazar tras cruzar esta población con un agradable sendero que conduce a la Vía Verde del Plazaola.
A estas alturas del recorrido, restando aun más de 20 km para llegar a Andoain por la rivera del Leizaran, al menos yo que acusaba inactividad prolongada y estando más que ahíto de esfuerzo, deshidratación y de calor no me costó en absoluto autoconvencerme de que el recorrido por asfalto entre Andoain y Donostia era totalmente prescindible y que coger el tren de vuelta en Andoain era una opción más que razonable. No fui el único, ya que una mayoría de los expedicionarios optaron por esta misma opción, concluyendo así esta hermosa y dura etapa que resultó ser sin incidentes, con un experto Miguel dirigiendo el rumbo y con una no tan experta Lucía intentando no perderlo.
Gran crónica Manolo, como en ti es costumbre.
Pero eso de que Miguel dirigió el grupo.....
Exigo mi cuota de éxito, a pesar de un par de errores.
Me excuso y tomo nota, Ibón, en la próxima crónica tus méritos serán ensalzados como mereces..😆
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